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La globalización llega a todas partes. Lamentablemente se contagia más fácil lo malo que lo bueno.

En estos días estuvimos en El Aguilar, y nos sorprende ver como se expresan y piensan los jóvenes de una localidad a casi 300 km. de distancia de nuestra capital y a casi 4.000 mts. de altura.

Un joven referente de esa zona expresaba al finalizar una frase, en un reportaje que le hacía una radio local –“ y… nada…” expresión que se usa mucho en nuestro país pero sobre todo en Buenos Aires.

Antes era impensado que muletillas o latiguillos de otros lugares de nuestra tierra se afincarán en poblados lejanos de nuestra provincia.

Esto nos confirma una vez más que los paradigmas se han modificado radicalmente, sin siquiera avisar. Muchos de esas formas se metieron a través de la ventana, sin pedir permiso, por las hendiduras del celular, de la notebook, de la era digital.

La forma de comunicarnos ha variado ostensiblemente. Casi nadie hoy escribe una carta para comunicar una noticia, por más importante que esta sea. El factor tiempo es el principal elemento a ser eliminado de la vida de cada individuo. Hoy una noticia buena o mala, llega por whassApp o por mail y llega al instante, no bien se termina de enviar ya está en las manos de quien la recepta.

Es casi inadmisible que alguien no tenga whattApps, porque… “¿Cómo te comunicas con el mundo?”, hasta ese alguien parece un bicho raro, por ello es que la diferencia generacional se ha marcado como pocas veces en la historia de la humanidad.

Esto nos lleva a repensar todo, como serán en poco tiempo más, por ejemplo, los diarios en papel, si cuando estos se terminan de imprimir, la noticia comienza a ser perecedera.

Hoy somos espectadores de un hecho histórico para la vida del ser humano y es la transformación de los tiempos en la comunicación. Vemos los tuits que se envían y en menos de cinco minutos, caducan de vigencia.

Todo es ya, todo es ahora. Los procesos parecieran ser parte del pasado, pero la vida del ser humano es un proceso. No nos dejemos engañar más allá de que todo este mundo cibernético (palabra antigua seguramente) así lo programe, lo decodifique y lo quiera viralizar.

La idea es volver a los procesos, porque con ellos y en ellos aprendemos, crecemos, nos equivocamos, pero el después siempre será mejor. La fruta madura es sabrosa, dulce y perfecta cuando está en su punto justo y además de todos los elementos que ésta necesita (agua, sol, viento, buena tierra y demás) lo que precisa esencialmente para llegar a ese estado es simplemente… tiempo.

El avance tecnológico en sí mismo no es ni bueno ni malo, quien lo usa determinará si lo es o no. Volvamos a ponderar los procesos.

Fundación Alas de Águila