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No hay hijos si los padres se borronean. 
“Yo soy amigo de mi hijo”. Hay un límite que se está rompiendo, porque el padre o madre que dice eso, borronea el límite. El rol del padre es ser padre; no amigo. ¿Cuál es la diferencia? El amigo te cuenta todo, y te dice lo que haces bien y mal, pero no te va a disciplinar; no te va a poner límites porque hiciste algo incorrecto, ni tampoco es su función. En cambio un padre o una madre, tienen el deber y el derecho de poner los límites, y establecer las consecuencias, si esos límites son vulnerados. Que un hijo tenga la confianza total con sus padres es muy bueno, pues cuando surgen situaciones complejas y difíciles, el niño, adolescente o joven debe recurrir a su fuero familiar, pues es allí (si este es sano) donde el afecto, la disciplina, el amor, la firmeza, la comprensión, serán marcadas ante cualquier situación.
Hoy una mamá va con su hija al gym, y eso no está mal. Lo que sí, no es correcto, es cuando esa mamá compite con su hija. Allí no está cumpliendo con su rol. La competencia puede darse entre amigas o conocidas, de la hija, pero no entre la madre y su hija. Cómo crece el orgullo de una madre, cuando algún amigo de la hija, que no la conoce le dice: “¿cómo estás, sos la hermana mayor?”. Allí parece que el mundo cayera a sus pies. El orgullo de verse joven la conquista, la hace sentirse  bien. 
Ese límite, el de la edad, es el primero a restaurar. 
¿Quién se opone a la apariencia hermosa, fresca, juvenil, rozagante? Pero este sistema nos vende que siempre debemos ser, estar y sentirnos jóvenes. Se impone el valor tener, por sobre el valor ser. Las publicidades en general, muestran a la juventud siempre, sean los protagonistas jóvenes o adultos con apariencia juvenil. 

De allí que existan tantas clínicas estéticas. Meses atrás, el Premio Nobel de Medicina Dr. Dráuzio Varella dijo “En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos mujeres mayores de senos grandes y hombres ancianos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”. 
Los años que uno tiene, son los que nos muestra el Documento de Identidad. En algunos casos de aquellos que hacen un culto a la juventud, cuando ya no lo son, en las fotos salen muy bien, pero lo que en la foto no se nota y están, y bien que están y funcionan por dentro como las arterias, el cerebro, la sensibilidad, elementos de nuestro cuerpo que siguen añejándose y para los cuales, no hay cirugía regenerativa.
Volviendo a los límites, el primero que hay que poner (y no a los hijos sino a nosotros mismos) es el de la edad. Un hijo no quiere un padre o una madre con quien competir, para sentirlo como un par. Un hijo o hija quiere un padre o una madre que le enseñe de la vida, que lo conduzca cuando el camino la niebla es densa y nada se ve; incluso que lo reprenda cuando se equivoca.
Así que nosotros los padres, a asumir el rol que nos corresponde.