Como sociedad debemos reconciliarnos con tantas cosas…
Debemos reconciliarnos con la creación, cuidarla, amarla, administrarla de la manera más óptima, porque de ella sale nuestro sustento diario.
Debemos reconciliarnos con nuestra tierra, con nuestro planeta. Lo maltratamos, lo ensuciamos, lo devastamos, le sacamos su riqueza y aun así seguimos siendo pobres, porque no se es rico por tener, sino por ser.
Debemos reconciliarnos con la nación. Basta ya de decir que, en esta Argentina, nada sirve; basta de expresar que todo está perdido.
Debemos reconciliarnos con nuestros adultos mayores, respetarlos, apreciar sus experiencias y compartir sus reclamos.
Debemos reconciliarnos con la juventud, si alguno de ellos se encuentra desorientado es por falta de modelos a seguir.
Debemos reconciliarnos con nuestros afectos, aquellos que dejamos hace tiempo de frecuentar, de visitar, de extender una palabra de aliento, de alegría, de consejo.
Debemos reconciliarnos con la familia; seguramente eso que te separaba y ya no lo recordas; de tu historia que genera el presente para poder caminar hacia un futuro.
Por último, debemos reconciliarnos con nosotros mismos. ¿Qué nos pasó? Nos llevábamos tan bien de niños que hasta hablábamos con nosotros mismos, pero ahora ese que se refleja en el espejo, aunque es mi rostro… no soy yo, porque no admito mis canas, no acepto mi peso sea poco o sea mucho, porque no reconozco mis arrugas, huellas de un camino recorrido; porque me enojo conmigo mismo cuando tomo decisiones equivocadas, porque hace rato que no hago las pases conmigo, porque me llevo tan mal conmigo mismo que todo mi entorno lo sufre.
Es tiempo de reconciliarnos con todo y con todos, por nosotros y por nuestra posteridad. Que así sea.
Fundación Alas de Águila
Por una Juventud con Valores
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