Nosotros los seres humanos no tendríamos que trabajar, por lo menos así lo dice tanto la Torá (canon Judío), como la Biblia (la Constitución de los Cristianos), ya que cuando Adán pecó, se estableció este principio: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”.
Quién puede pagar la hora de trabajo, quien puede ponerle precio. ¿Cuánto vale una hora de tu vida?
¿Cuánto pagarías por una hora más de vida, si supieras que en los próximos cinco minutos morirías? Ves que tu vida no tiene precio… porque lo que tiene es valor.
Por ello es que muchos dan su vida en el trabajo y desaprovechan tiempo con su familia, pierden momentos espectaculares de los hijos, como cuando comienzan a caminar, cuando dicen su primera palabra, o cuando dejan los pañales.
Muchos entienden el trabajo como una forma de vida y dan su vida por ello. Se hizo un trabajo social sobre gente con enfermedades terminales y dijeron lo siguiente:
- Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida siendo fiel a mis sueños, no a la vida que otros esperaban de mí.
- Desearía no haber trabajo tan duro.
- Ojalá hubiera sido capaz de expresar mis sentimientos.
- Ojalá me hubiera quedado en contacto con mis amigos.
- Me gustaría haber sido más feliz.
Si nos detuviéramos un rato a repensar que vida estamos llevando; si es tan importante alcanzar el último celular de moda; el cuarto televisor plano y led aun cuando en casa no son más de tres personas; cuantos se desgastan todo el año trabajando para tomar unas vacaciones que tienen un costo aún mayor de lo que se pudo ahorrar a lo largo del año, es más hoy se vive al revés, se gasta a través de la tarjeta de crédito y se trabaja todo el año para pagarlas. Es triste ver como gente se emociona con las cosas materiales cuando las alcanzan y luego están 12 meses renegando y quejándose cuando llega el resumen de la tarjeta, la pregunta es ¿Valió la pena?
Volviendo al trabajo, muchos se refugian en él para ausentarse del hogar, porque muchas veces esa casa es hostil, entonces mejor la pasan trabajando, pero eso no es justo para los hijos que van creciendo, viendo que uno de los padres se pasa el día fuera de casa y después no solo será el día sino finalmente la vida fuera de casa. Muchos quieren establecer un futuro para sus hijos y trabajan, trabajan y trabajan dejando la vida, en algo que nunca los va a valorar. Cuantos trabajadores mueren y al día siguiente ya están reemplazándolos. Ahora donde va a ser difícil de reemplazar es en el hogar. No se reemplaza así nomás a un padre o a una madre.
Muchos no mueren por el trabajo, pero los deja incapacitados, con consecuencias complejas que afectan el corazón, el cerebro… y otra vez la pregunta ¿Valió la pena?
Debes apreciar, esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso. Trabajar eficientemente en el horario regular de oficina y dejar el trabajo a tiempo. Darle el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos. Hacer ejercicio, comer y descansar adecuadamente. Y sobre todo…crecer en vida interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno. La vida es demasiado corta, ¡por eso ámala!
Vive intensamente y recuerda: Antes de hablar… ¡Escucha!; antes de escribir… ¡Piensa!; antes de criticar… ¡Examina!; antes de herir… ¡Siente!; antes de orar… ¡Perdona!; antes de gastar… ¡Gana!; antes de rendirte… ¡Intenta!… Qué así sea.
Fundación Alas de Águila
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