Hoy en día es muy difícil, generar espacio de trabajo en donde todos se complementen, en donde cada uno sienta que es parte de un todo.
Eso se debe a que desde niños este sistema nos invita y si no aceptamos, nos empuja a competir.
Esto sucede en todos los ámbitos: En la escuela donde el maestro premia a los que alcanzan muy buenas notas y castiga (y muchas veces humilla) a quien no las tiene; en el club del barrio donde aprender un deporte no se centra en la enseñanza sino en la competencia; en la vida, donde gente expresa que salir primero es todo, que salir segundo no sirve; y lo peor de todo, es que en la familia se genera esta competencia “tu hermano es mejor que vos en cuanto al orden, a las matemáticas o al respeto”, en donde le padre va a los partidos de futbol de su hijo y le exige que sea el mejor del equipo, cosa que ni siquiera el entrenador lo hace; la madre que la viste a su hija, para que sea la más linda del cumpleaños y desde chiquita le brinda todos los elementos de glamour para que parezca una adolescente (que ironía de la vida, esa misma madre, trata a través de todos los medios de también parecer adolescente).
Abrimos un paréntesis y nos detenemos un segundo en esta palabra: glamour. Éste vocablo viene de “grammar” que, durante el siglo XVII se utilizaba para designar a los sabios que practicaban el ocultismo y las artes mágicas. Interesante. no? Fue utilizado en el siglo XVIII para referirse a hechizos mágicos, que provocaban una afección en la percepción visual de un individuo, consiguiendo que viera determinados objetos de una forma mucho más atractiva a cómo eran en realidad. Hoy la Real Academia Española define a glamour como el encanto sensual que fascina, es decir que podría ligarse a una belleza que es sofisticada y elegante que termina encantando. Paréntesis cerrado.
Volviendo al tema del trabajo en equipo, hay que bregar mucho en organizaciones, tanto públicas como privadas, porque estas las integran personas que fueron formadas en la competencia y son personas que habitan moradas de egoísmo. Ahora bien, después de lograr transformar estos individuos, debemos enfocarnos en cinco ítems fundamentales para el trabajo en equipo. Los denominaremos las cinco “C”.
Compromiso: Hay que comprometerse a aportar lo mejor de cada uno y en alcanzar las metas propuestas.
Confianza: Cada miembro del equipo confía en el bien hacer de los otros.
Complementariedad: Cada miembro es hábil y especialista en un determinado asunto, por ello todos se complementan para sacar los objetivos establecidos, precedentemente.
Coordinación: El equipo asigna un coordinad@r para trabajar en forma organizada, establecer tiempos y objetivos.
Comunicación: Debe existir una comunicación abierta, total y completa, para comprender, analizar, tomar decisiones que les permita coordinar actuaciones tanto individuales como grupales.
El desarrollo de estas 5 “C”, te asegura poder comenzar a realizar un trabajo en equipo. Sumando a estas “C”, la que las une a las cinco es la letra “P”, la de la pasión. Cuando hacemos las cosas con pasión, con amor entonces esas cosas tras – ascienden.
Fundación Alas de Águila
Por una Juventud con Valores
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