Es común escuchar de los hijos que pierden a los padres pero es inusual escuchar que los padres que pierden a sus hijos y no solo hablamos de la muerte.
Lo normal es que los hijos entierren a sus padres, es una ley natural, que en algunos casos no se cumple. Ahora bien, no solo hablamos de la muerte sino de aquellos padres que terminan perdiendo a sus hijos en vida. Triste, no?
Cuantos padres terminan echando a sus hijos de sus casas… Es increíble pero lo doloroso es que es cierto. Nosotros conocemos muchos casos…
Vos quizá no te guste como es tu hijo, como se comporta, lo que piensa… Ahora quien lo educó, lo crio? ¿A quién se le dio la administración de esa vida?
Normalmente los hijos son producto de lo que nosotros somos. A nadie le gusta este tipo de confrontación, pero que podemos pensar… ¿Qué lo que mal aprendió, lo aprendió de la calle? Raro no porque pasa más tiempo en casa que en la calle, ahora si así fuera, porque pasa más tiempo en la calle que en la casa?
Los hijos son seres humanos… Muchos dirán… Lógico, pero si vos consideras a tu hijo un ser humano, porque crees que dándole y comprándole todo lo que él desea va a ser feliz, ¿sabes que siente él?… que es un como una cuenta bancaria, inerte y sin vida, que recibe muchas cosas, pero que el afecto no está. Ah, pero vos manifestas a los cuatro vientos… “Yo me mato laburando para darle lo mejor a mis hijos…” ¿Crees que ellos necesitan eso?
Para nada, lo que hacen es por lo menos tener tu atención con las cosas superfluas que vos crees que así le das amor. El amor es una decisión… tenemos que decidirnos a amar a nuestros hijos y eso conlleva tiempo, compromiso, cariño…
Siempre comparamos el tiempo con los hijos, como lo que es en la Argentina comparada con Puerto Rico en el futbol. En la Argentina salen muchísimos jugadores porque es el deporte que la mayoría practica… de la cantidad se saca la calidad, cosa que no pasa en Puerto Rico donde el deporte por excelencia es el Beisbol. Eso debemos aprender los padres, que de la cantidad se saca la calidad, de la cantidad de tiempo que pase con mis hijos, de ahí sacaré tiempos de calidad con ellos. Claro es más fácil, comprarle el I-Phone 7, aunque me endeude hasta las muelas… Triste pero real…
Da una vuelta de tuerca, deja de darle los gustos, obvio que no le va a gustar, pero a la larga lo va agradecer; tomate un tiempo y anda a tomar un helado con cada uno de tus hijos, dedicales tiempo, escuchalos, jugá con ellos, porque en esos tiempos, ellos te van a contar lo que les pasa, que los asusta, que les gusta, que piensan de la vida, del amor… Alguno dirá: -“Uh, pero eso cuesta mucho…” ¿Sabes una cosa? Lo que cuesta… vale.
Date la oportunidad de ser un padre en el cual tu hijo pueda apoyarse, encontrar, no el amigo, sino el que conduce, el que tiene madurez, y ayuda a sus hijos a desandar los caminos.
Que así sea.
Fundación Alas de Águila
Por una Juventud con Valores
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