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En nuestra sociedad es muy común escuchar mentiras, como moneda corriente. Miente la balanza del almacén; miente el padre que le hace decir a su hijo que no está cuando lo busca una persona que no quiere atender; miente el INDEC; miente la educación, cuando pasan alumnos de curso que no están capacitados para hacerlo; miente el que llega tarde a su trabajo, poniendo la más insólita excusa; miente el gordito que dice que este lunes comienza la dieta; miente el juez a través de una sentencia, para no exponer a otros; miente el gobernante que dice que su provincia está mejor que cuando él la recibió; mienten los legisladores cuando votan leyes que no quieren votar desde sus convicciones pero son monetariamente presionados; mienten los que dicen que no les alcanza para comer y en diciembre saquearon plasmas de las casas de electrodomésticos; miente el hombre que engaña a su esposa; miente la mujer que no es fiel a su esposo; miente el adolescente que falsifica la firma de su padre en el boletín de calificaciones; miente la empresa que dice que un producto pesa 1kg. cuando en realidad pesa 970 grs.; mienten las empresas de celulares con sus famosas promociones; mienten aquellos padres que ocultan a sus hijos la verdad; mienten aquellos hijos que ocultan a sus padres la verdad; mienten los números de talles de los pantalones de las jovencitas; mienten aquellos que dicen medias verdades, porque esas en realidad, son mentiras enteras; mienten aquellos que manejan las encuestas para favorecer o perjudicar a un tercero; miente el médico cuando nos hace ir una y otra vez, para apropiarse de varias órdenes; mienten la gente de” La Salada” y de las ferias, cuando venden ropa de baja calidad usurpando marcas; mienten los bancos cuando dan préstamos a una supuesta tasa baja, pero a costosos gastos administrativos que nunca informan…

Miente, miente, miente que algo queda. Eso lo creo Medion de Larisa, consejero de Alejandro Magno, pero quien la popularizó y la adoptó para sí, fue Joseph Goebbels, ministro de gobierno de la Alemania de Hitler, ¡atención!

Es muy, muy triste, que un país que se precie de ser serio, pueda tener como bastión la mentira.
No te pasa que cuando escuchas una conversación, vez un noticiero, etc., lo primero que pensas es… ¿será verdad? Se ha instalado la duda como primera acción, ante cualquier situación.
¿Sabías que si mentís, el único que se desacredita sos vos? Y después, a los que te quieren les cuesta creerte hasta lo que respiras.
¿Sabías que exagerar es también mentir?
Mito conocido es que los pescadores son mentirosos, o ¿ no?
Detrás de la mentira se esconden dos cosas: Siniestras intenciones y el orgullo.
Debemos cambiar, y el comienzo está en tu entorno, a tu lado. Comenzá diciendo la verdad en tu familia, a tus amigos, a los conocidos.
Comencemos a cambiar ésto que parece normal en nuestra sociedad. Si te creo, podemos confiar el uno en el otro, construir, la verdad me trae libertad, la verdad me da confianza, la verdad genera protección.
Busquemos la verdad como la fuente de donde se generan muchas cosas buenas. Muchos de los principios, se desprenden de ella.
Nos juguemos por la verdad, siempre, por más dura que sea.
Que así sea.
Fundación Alas de Águila