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Estas tres palabras parecen no tener relevancia, pero…
Son tiempos y de acuerdo a ellos mucha gente establece su relación de vida. Por ejemplo hay gente que vive del recuerdo, entendiendo que el pasado siempre, todo fue mejor, que es algo que no se va a repetir. Cuando cuentan historias (la historia, siempre, siempre, siempre tiene que ver con el pasado) parecen volver a ese tiempo y disfrutar esos momentos, que a la distancia toman una relevancia casi exagerada e incluso se le adicionan elementos accesorios al hecho en sí, que le dan al relato tintes sobredimensionados, por ejemplo: “Ah, la sopa que hacía mi abuela era riquísima, no la volví a probar nunca más en mi vida”, la inclusión del adverbio nunca le da a la narración un halo de importancia que en su momento no lo tenía porque no sería de extrañar que en ese pasado este sujeto pensara “otra vez sopa” porque esa sopa era su presente, no su pasado. A partir de esto, la historia real se transforma en un cuento, en una ficción. Son aquellos que a  través de una foto vieja, comienzan a describir una historia, que por el paso del tiempo deja de ser historia y se comienza a transformar en cuento por los aditivos que la misma recibe. Muchas personas viven del pasado como si fuera ayer, expresando “el otro día me paso…” y en realidad ese otro día fue hace veinte o treinta años atrás. Esas personas viven el y en el pasado; por lo tanto no disfrutan el presente y menos aún avizoran un futuro, para ellos la frase “todo tiempo pasado fue mejor” es el lema de cabecera. Son personas que se quedaron ancladas en el tiempo, que el presente es doloroso y complicado que les cuesta vivirlo porque nada de lo que viven se puede comparar con lo vivido, son vidas que no tienen visión, porque la visión tiene que ver con el futuro. Son individuos que no crecen, sino por el contrario decrecen y que su única esperanza en el día a día es encontrarse con personas similares entre las cuales puedan recordar esas “hermosas” vivencias. No desarrollan la visión, para ellos el futuro es más bien oscuro, pero eso sí su memoria está activa muy activa. Viven con temor a lo que viene, pero se asientan en la paz de lo que ya pasó.

Después están aquellos que viven solo el presente, porque… “hay que disfrutar el momento, viste?”. A estos sujetos no les importa el pasado, y al no importarles lo que paso, no sacan experiencia y vuelven a cometer los mismos errores y se quedan viviendo el presente como lo sienten. El ser humano tiene en el alma un factor determinante para la vida. Eso sí el alma es como el mar, a veces está calmo y otras embravecido. Ahora bien, si yo solo me dedico a vivir a través del alma y en el presente entonces mi vivencia será como ese día esté mi alma, por lo tanto mi presente lo veré como lo ve mi alma, o sea que mi presente será un constante desequilibrio. Por ello la frase publicitaria “viví el presente, hace lo que dicte tu corazón, viví el hoy porque mañana no sabes si estas, etc.” te lleva a no hacerte cargo de las consecuencias de lo que generas hoy. El hoy siempre trae consecuencias para el mañana. Si vivís el presente sin importa nada más que ello serás una persona fluctuante porque cada día no es el mismo. Los bohemios son personas que viven del y el hoy. No les importa el mañana, si tendrán para comer, si tendrán donde dormir, etc. Ellos solo conjugan el verbo en presente. Una característica de ellos es que no tienen familia, si en algún momento la formaron después la pierden, porque nadie puede vivir en familia con alguien que no se preocupe si hay pañales para más tarde o si se podrá comprar leche, o que va a estudiar mi hijo. Pueden acompañar pero jamás se harán cargo porque hacerse cargo es mirar el mañana y ellos solo tienen ojos para el hoy. 
Y luego están los que viven en el futuro, entonces todo lo que viven, hacen, deciden tiene que ver con lo que viene. La pregunta que si impone entonces es ¿y si eso que se espera no llega a venir? Estas personas nunca disfrutan el presente, nada los llena, porque siempre tienen la vista puesta allá en el horizonte aún cuando sus pies estén acá en el presente. Son seres que gastan su vida pensando en el futuro pero que nunca llegan a él. Son como esos burros que van detrás de la zanahoria. Jamás la alcanzaran, pero harán de su vida un constante andar. No experimentan la felicidad, porque la felicidad será allá en el futuro cuando alcance lo que anhela, cosa que nunca se dará. Una característica es que a ellos les duele el presente, por eso se escapan al futuro, tanto se escapan al futuro que lo viven y así mitigan el dolor del presente. Son personas que nunca se conforman con nada, que no disfrutan de cosas simples, que pierden la sensibilidad. 
En los tiempos hay que tener equilibrio, el mejor ejemplo es un vehículo.
Tiene un espejo retrovisor pequeño (no más de 20 cm.) donde se alcanza a ver lo que se dejó atrás (el pasado), tiene un lugar cómodo para el conductor (el presente) y tiene un parabrisas del mismo ancho que el vehículo para mirar hacia adelante (el futuro). Lo pasado nos debe servir de experiencia para no volver a cometer los mismos errores, el presente, como lo dice su palabra, es un regalo al que hay que disfrutarlo segundo a segundo con el equilibrio de saber que lo que hago o digo hoy, tiene eco en la eternidad; y el futuro es lo que viene, es el marco por el cual hoy construyo lo que construyo, para poder disfrutarlo mañana. Hay que tener los pies en el presente con la mirada puesta en el futuro (visión) y sin olvidar la experiencia del pasado.
De vos, de Ud. depende que tu pasado no afecte tu presente y sea el trampolín para tu futuro.
Que así sea.
Fundación Alas de Águila